Algunas manchas son más difíciles de borrar…
“He sido lastimada… eso no me hace más especial que otros, pero tampoco menos que los otros”. Porque quería morir y un día simplemente… le maté. No podía vivir más con ello y le maté. Un día, estaba en mi habitación y simplemente dije “ya no más”. Planee todo, todo lo que tenía que hacer. No le dije a nadie, salvo a esa psicóloga que sólo me dijo “espera un poco antes de hacerlo”. Al único que le avisé fue a mi padre, antes de hacerlo… y luego sólo lo hice. Simplemente le maté. Estaba cansada de sus llantos, de sus desencantos, de tener que arrastrarle cada mañana, lavarle, peinarle y darle la fuerza de poner un pie en la calle. Cansada de verla mirar por la ventana, de sus estúpidas bromas y sus justificaciones. Ya no podía vivir más cargándole. Y le maté. Justo después de ello fui con mi mamá y le dije “mamá… le maté “. Mamá trato de salvarle. Ella dijo “No, eso no es posible”. Al día siguiente fuimos a primera hora hacia allá, pero ya había muerto. Y yo no sentía ningún remord...